¿Cazar nos hace libres?

Cazar nos hace libres, o eso creemos.

Después de escuchar a Luis Lera pronunciar unas palabras cuando recogió el premio «Defensa del producto de Alimentos de España 2022», me quedé con una frase que recoge a la perfección el sentimiento de muchos cazadores. Luis Lera dijo que «Cazar nos hace más libres» y entre otras muchas frases de lo que fue un discurso magistral en virtud de la actividad cinegética, yo sin duda me quedo con esta.

A mi memoria vienen antiguas lecturas con las que fui creciendo como persona y que me hicieron comprender por una parte lo que es el mundo, y por otra parte nuestra historia y de dónde venimos. Al escuchar decir eso a Lera, mi mente cruzó, como si de una magia inusual se tratara, las delgadas líneas que separan la certeza y la razón, y a mi me mente vino el gran libro de Yuval Noah, «Sapiens, de animales a dioses».

Noah relata con una delicadeza digna de los grandes escritores, cómo el último gran hombre libre fue el cazador-recolector. Éste era un hombre que no entendía de ataduras para ejercer su actividad y, por tanto, su supervivencia. Simplemente conocía a la perfección el terreno y sabía en que época podía cazar las especies que le iban a proporcionar la carne para el invierno o recolectar diferentes alimentos según sus necesidades, era un hombre sin envidias de otros, un hombre sin dependencias, en definitiva, era un hombre libre, no le ataba nada ni nadie, en cambio, la sociedad fue evolucionando y el hombre cazador-recolector en vistas de la domesticación de los cereales y de los animales salvajes e imaginándose más libre, sin darse cuenta se estaba volviendo un esclavo. Se volvió esclavo del tiempo, esclavo de la climatología, esclavo del cuidado de los animales y como si la vida se fuera en un suspiro, el hombre libre se convirtió en esclavo de sí mismo. Las poblaciones comenzaron a crecer exponencialmente gracias a la abundancia de alimento, principalmente cereales, en detrimento de la tan preciada carne salvaje, el cuidado del campo por unos, comenzó a generar envidias a otros y eso nos hizo más esclavos aún, hasta hoy nos han llegado las vallas en nuestros terrenos para delimitar lo que llamamos «nuestras parcelas» y sin darnos cuenta, nos volvimos más esclavos que nunca, ya no sólo teníamos que depender del tiempo y de la climatología, si no, que también entre nosotros empezamos a matarnos, ese fue el principio del fin del hombre libre.

Y es que Lera tiene razón, cazando me siento un hombre libre, algo que no he experimentado con ninguna otra actividad y en ningún otro lugar que no haya sido en el campo, con mi escopeta al hombro, mis botas llenas de barro, y mi perro unos metros por delante, pero no deja de ser una sensación, porque la libertad se fue con el hombre cazador-recolector y la palabra libertad no tiene el mismo significado hoy, que el que tenía hace aproximadamente unos 8000 años, cuando nos dejó el último hombre libre.

Daniel Cantero

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